Y ahora, lee esto:
No hicieron creer que el Poder Judicial era la base
misma de nuestro Estado de Derecho, el suelo firme donde asentar
los pilares que sustentan la Democracia. Nos hicieron creer
que todos somos iguales ante la Ley y para ello establecieron, o así nos
lo hicieron creer, la separación del Poder Ejecutivo, independiente
del Poder Legislativo, e independiente a su vez del Poder Judicial. Nosotros,
ciudadanos de a pié, nos vimos en la obligación de creer en su palabra porque se
hace díficil caminar sobre un suelo de tablas rotas: imagina una España que se
tambalea, o dormir en una habitación cuyo techo podría
desprenderse en cualquier momento. Si no hay justicia social, todo lo demás
se hunde.
Pero mientras comenzamos a caminar con paso
firme, nos fueron llegando noticias en forma de
temblores. El suelo tiembla cuando El Supremo absuelve a ’Los Albertos’ al
considerar prescrito un delito de estafa por el caso Urbanor, o cuando el gobierno
en funciones del PSOE indulta a Alfredo Saenz, número 2
del Banco Santander, librándose in extremis de un delito de
acusación falsa, o cuando si ocultas 2.000 millones en Suiza y te apellidas Botín no
pasa absolutamente nada, o cuando tres niñatos esconden un cadáver no es motivo de cárcel, o cuando
el único imputado por los crímenes de la dictadura franquista acaba
siendo el mismo Juez que investiga la causa,
o cuando la esposa de un imputado por varios delitos, cuya firma
figura en los poderes de las empresas implicadas, es hija de nuestro no elegido
Rey, no es siquiera llamada a declarar, o cuando el
elegantísimo Camps hace negocios con una trama corrupta a costa del
dinero de los valencianos y sin embargo es declarado no culpable, o cuando en un mismo
delito tu defensa y sentencia dependan del dinero que tengas para pagarte un
“buen” abogado. Ahí, después de la enésima evidencia (sobre todo después de
esta última), comienzas a dejar de creer en el mismo suelo que sustenta
los cimientos de la democracia.
Así que ahora sólo me queda preguntar a esos
“padres de la Democracia” que me pidieron confianza: Si ya no me fío
ni del suelo que piso, si ya he perdido la confianza y las ganas de caminar,
¿qué me queda?
20minutos.es.
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